viernes, 14 de septiembre de 2012

Engollipados de rumores

Hoy he vuelto al trabajo tras las vacaciones. Así enunciado suena a triunfo en este desolador panorama y en el fondo desprende un aroma de decepción. El barco se hunde, los despidos se suceden y, cainitas como somos, comenzamos el destripamiento de quienes nos rodean. Sálvase quien pueda. "Fulano no la ha doblado en su vida" y "Mengana va a lo suyo y no le importa el resto", por ejemplo, son algunas descalificaciones suaves que unos largamos de otros y los otros de los unos. Maricón, con permiso de Bibiana Aído, el último. El terror a verte de patitas en la calle es humano, de igual modo que buscaríamos mil y una excusas y certificados médicos falsos si el país entrara en guerra y nos llamaran a filas.
En esta tesitura, corren los rumores como la pólvora y en un solo día se oye una cosa y la contraria. Este último arreón se ha llevado a 40 compañeros por delante y lo que te rondaré, morena, con lo que se avecina para los cinco periódicos que aún no se han visto afectados en la compañia en la que trabajo. A estas alturas de poco vale echar la vista atrás y cargar las tintas, por recordar a los queridísimos especuladores del sector financiero, contra Lehman Brothers por su despeñamiento de hace más cuatro años, pero sí serviría de mucho que entre todos buscáramos soluciones para no podar siempre las mismas ramas del árbol, a los empleados mondos y lirondos, teniendo en cuenta, obviamente, que muchas empresas han cerrado el chiringuito con deudas pendientes por mucho tiempo y que no todos los que montan un negocio son despiadados tiranos ni explotan al subordinado per se.
Hasta que el consenso no una a las partes al objeto de salir juntos del atolladero, seguirán y seguirán los rumores previos a los despidos. Y ya estamos engollipados, empachados, hartos, de tanto chismorreo, ni que decir tiene que mucho más de los nuevos desempleados, y tan poca reflexión inteligente y sin ánimo de desprestigiar al contrario.
Este planteamiento será pura quimera y Rajoy continuará dándose sopapos con la collera Méndez-Toxo y el de Deportes piará con malicia de su compañero de Local, y viceversa, porque "no la ha doblado en su vida...".

1 comentario:

  1. Muy buen post Juan. Cuando el despido colectivo se cierne sobre una plantilla, el dedo acusador entre compañeros se levanta con extrema facilidad. Y ese puede ser el primer paso para la caída en desgracia de todos.

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